La Mujer Maravilla es, sin dudas, un ícono. Es la representación de una mujer empoderada, independiente, fuerte, con los más altos ideales de justicia y amor. A tal extremo se la considera así que la ONU declaró a este personaje ficticio como Embajadora Honoraria de la buena voluntad ante la ONU para el Empoderamiento de las Mujeres y Niñas en el mundo. A este homenaje asistieron, además del secretario de la ONU, las actrices Lynda Carter y Gal Gadot.
Pero cabe hacerse algunas preguntas: ¿qué tipo de mujer representa la Mujer Maravilla?
Que me define como mujer?,
El cómic de la Mujer Maravilla nace a fines de 1941, poco después de Superman (1938) y Batman (1939). El concepto mismo de cómic había sido "inventado" en 1933 por Maxwell Charles Gaines. En 1940 este contrató a Marston como consultor, pues había leído una entrevista en que defendía los cómics. Lo peor de ellos era su masculinidad, le dijo Marston a Gaines, y le propuso una superheroína, la que debutó justo cuando EEUU entraba en la Segunda Guerra: era una mujer de gran belleza, con tiara y brazaletes de oro, cubierta por un traje rojo, blanco y azul, una indumentaria patriótica pero demasiado atrevida para algunos: apenas apareció, la Organización Nacional de Literatura Decente la puso en su lista de publicaciones desaprobadas para la juventud porque su protagonista no estaba "suficientemente vestida".
Pronto, más de alguien destacó los aspectos sádicos en los cómics de la Mujer Maravilla: raramente faltaba una página en que ella no estuviera encadenada, atada o amordazada, atrapada en una jaula o atada a las vías del tren. El editor exigió que disminuyera las escenas de sumisión.
El autor era muchas cosas: abogado y psicólogo, académico fallido e inventor del primer detector de mentiras, feminista y charlatán. Era un poliamoroso practicante y un aficionado a las ataduras.
Superpoderes y atributos
Puede volar, tiene una fuerza sobre humana, una facilidad de curación y de sobreponerse a los problemas realmente increíbles; reflejos impresionantes y una resistencia que por supuesto superan a los de la media.
También su super fuerza se ve acrecentada por ciertos elementos singulares como brazaletes que le ayudan a contrarrestar el ataque de cualquier arma, una tiara que es un arma encubierta letal, y un lazo mágico inquebrantable y que es capaz de sujetar a criaturas invencibles.
Identidad secreta y alter ego Diana Prince
Por otro lado y como también sucede en el caso de otros superhéroes como Batman, o Superman, la Mujer Maravilla, mantiene su identidad en secreto y por caso tiene un alter ego que lleva adelante la vida cotidiana: Diana Prince.
Inicialmente Diana Prince era una enfermera del ejército, identidad que asume cuando compra la misma. Con el tiempo desarrollaría otros trabajos como oficial de inteligencia, empresaria, miembro de Naciones Unidas, o miembro de un cuerpo especial del ejército, entre otras.
Icono feminista y principales enemigos contra los que lucha
Ese propósito de luchar a favor de la paz, el amor y la igualdad la han erigido en un ícono feminista.
Con respecto a sus rivales y enemigos, como fue creada en pleno marco de la Segunda Guerra Mundial, sus primeros adversarios a derrotar fueron los militares alemanes, en tanto, con el tiempo y la evolución de la historia fueron apareciendo enemigos ficticios como Cheetah, Circe y Ares, entre otros.
Ispiración en la mitología griega
Tras su éxito en los cómics, su historia se traslada con tremenda repercusión a otros formatos tales como la tevé y el cine.
En la televisión se recuerdan especialmente la serie Wonder Woman estelarizada por Lynda Carter y las series animadas Los Súper Amigos y La Liga de la Justicia.
El origen de este personaje se encuentra en la mitología griega, más precisamente en las llamadas Amazonas, quienes en la antigüedad griega supieron conformar un pueblo de mujeres guerreras.
En este contexto aparecen como las enemigas de los griegos, inclusive los relatos y leyendas mitológicos las muestran siempre luchando contra los héroes griegos.
Sobre el mito de Amazonas:
Las Amazonas: mujeres guerreras
Sea de donde fueren, las amazonas estaban formadas únicamente por mujeres guerreras, o al menos así coinciden todos los estudiosos de la mitología de la antigua Grecia.
Se dice, que para evitar que hubiese cualquier hombre entre sus filas (aunque las amazonas de más alto rango tenían criados), sólo mantenían relaciones sexuales con varones extranjeros y si tenían descendencia masculina, los hijos eran asesinados o terriblemente mutilados.
Si eran niñas, nada más nacer se les seccionaba un seno, para que así, cuando fuesen mayores, pudiesen manejar mejor el arco y la lanza.
Como era de esperar no adoraban a un dios, sino a una diosa, Artemisa, cuyo modo de vida, según las leyendas, era el que hacía de guía para estas formidables guerreras.
Se llegó a atribuir a las amazonas la fundación de la ciudad de Éfeso y también la construcción del gran templo de Artemisa, aunque no hay pruebas de ello.
Amazonas famosas
Muchas fueron las amazonas famosas que pasaron a los anales de la Historia.
Por ejemplo, Pentesilea, de quien se dice que participó en la guerra de Troya demostrando un gran valor en combate equiparable al más fiero guerrero de cualquier rincón de la tierra, aunque fue asesinada por Aquiles.
Otra amazonas que destacó de entre su pueblo fue Hipólita, de quien se dice que era hermana de Pentesilea y que gozaba de cierta ventaja sobre los demás guerreros, contaba con un cinturón mágico que le profería ciertos poderes en el campo de batalla.
Según sus leyendas, se dice que pudieron combatir contra grandes guerreros y personajes de gran importancia como Belerofonte, que luchó con ellas por orden de Yóbates.
O incluso el propio Hércules, quien tuvo la misión en uno de sus 12 trabajos, de recuperar el cinturón mágico de Hipólita, la reina de las amazonas, quien cayó en batalla contra el héroe.
Incluso lucharon contra Atenas después de que Teseo, quien acompañaba a Heracles en su misión de recuperar el cinturón, se llevase a Antíope a su tierra.
Esta acción hizo que las amazonas fuesen a la guerra contra la Atenas reinada por Teseo, después de la muerte de su padre Egeo.
Ser coqueta, maquillarse. Dedicar unos minutos diarios a plancharse el pelo o hacerse los rulos. Tener pechos (ya sean éstos melones, naranjas o limones). Poseer ciertas “curvas”. Ser sensible. Ser (o querer ser) madre. Ser débil, frágil. Ser perceptiva, intuitiva, compasiva. ¿Esto es ser mujer? ¿Estas características “definen” a las mujeres? ¿Somos sólo eso? Me resisto a pensar que la mitad de las personas del mundo pueden ser definidas por un puñado de características, o atributos generales. Las mujeres somos mucho más que eso. Felizmente diferentes. ¿Quién dice qué y cómo somos? “La educación, la historia infantil, los mandatos paternos y maternos y las identificaciones con las figuras primordiales constituyen las bases para definir quién será mujer y quién varón, pero también determinan cómo deben ser y qué se espera de ellos”, A las mujeres se les “permite” ser suaves, contenedoras, amorosas, complacientes, atentas, sumisas, sensibles, coquetas, hermosas y jóvenes... ¿Eso es ser mujer? No hay ninguna esencia femenina. Hay, en todo caso, una multiplicidad de modos de ser mujer”. Afirma que cada época genera expectativas y normas relacionadas con las mujeres y que los atributos que las definen forman parte de una conjunción estereotipada surgida a lo largo de la historia, pero no tiene nada que ver con una “naturaleza femenina”, así como tampoco existe una masculina. En la misma línea, la psicóloga Alicia López Blanco, autora de “Mujeres al rescate de la fuerza interior” (Paidós, 2011), recuerda una frase de la filósofa francesa Simone de Beauvoir (“No se nace mujer, se llega a serlo”) para explicar que, si bien nacemos con una genitalidad que –la mayoría de las veces- define un sexo (femenino o masculino), habitualmente se confunden los términos “sexo” y “género”. Explica que “el sexo es el conjunto de características físicas con las que nacen los hombres y las mujeres, son naturales y esencialmente inmodificables. Al género lo constituyen las características psicológicas, sociales y culturales y se transforma con el tiempo”. “Los roles de género son comportamientos aprendidos en la sociedad que terminan por naturalizarse –continúa López Blanco-. Esta naturalización es la responsable de que se asocien sexo y género y se consideren ‘naturales’ los roles y las capacidades. En el imaginario social hay un perfil de lo que una mujer ‘debería ser’ y de ‘cómo debería comportarse’. Con esos datos, se construyó en nuestra psiquis un modelo a seguir. Su influencia nos lleva a accionar tratando de cubrir las expectaciones de los demás sin ocuparnos demasiado de las nuestras. Reconocer y descubrir que estas características –supuestamente fijas e inamovibles-, son asignaciones culturales, es lo que nos permite transformarlas”.
Varias fuentes consultadas para este articulo*
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