"Todas las enfermedades, sin excepción, tienen un significado biológico especial y un propósito que puede explicarse y entenderse a través de la biología, la embriología y las teorías evolutivas. Todas las enfermedades son programas biológicos de adaptación para sobrevivir cuando se enfrentan situaciones inesperadas de angustia y situaciones que amenazan la vida" -Dr. Hamer
¿Cómo tu cuerpo hace para recuperarse de la carrera diaria a la que le llevamos, o mejor dicho: al estrés mental que le sometemos?
VAGOTONÍA
Es un estado de excitabilidad anormal del nervio vago, con alteraciones de la función de los órganos en que ramifica e inerva este nervio; principalmente del corazón, los bronquios, el estómago y los intestinos. La vagotonía, es pues, un estado desordenado del organismo que se caracteriza por un predominio del sistema nervioso parasimpático, que implica una serie de trastornos como bradicardia, aumento de la sudación de las extremidades, aumento de la salivación, síncope, hiperclorhidria, estreñimiento seguido de ataques de diarrea, reducción de la actividad respiratoria, miosis, etc. Es el predominio de la parte parasimpática del sistema nervioso autónomo sobre la actividad de la parte simpática.
En la fase del conflicto activo o simpaticotonía, el organismo moviliza todos sus recursos para, en un intento de superarlo, reequilibrarse y sanarse. Después, en la fase de reparación, el organismo buscará la máxima tranquilidad para lograr su objetivo de reequilibrarse, que es lo que llamamos un proceso de recuperación para restablecer el equilibrio físico o vagotónico.
Después de una sesión de liberación emocional
Al trabajar diferentes puntos emocionales y revivir ciertas historias, en el mismo momento y los días posteriores a la sesión, se suele presentar la vagotonía. Eso para mí es una brújula de haber hecho un buen trabajo, porque ayudamos a llevar al sistema nervioso a un estado de reposo y reestructuración.
El sistema inmune lo podemos interpretar como la “enfermera interna” que nos cuida desde dentro en su estrecha relación con el sistema nervioso. Desde ahí la vagotonía se entiende como un estado de excitabilidad anormal del nervio vago, con alteraciones de la función de los órganos en que ramifica e inerva este nervio principalmente del corazón, los bronquios, el estómago y los intestinos. Es pues un estado “desordenado” (para ordenar) del organismo, que se caracteriza por en una serie de síntomas como bradicardia o disminución del latido frecuente del corazón, aumento de la sudoración, aumenta la salivación, puede aparecer estreñimiento seguido de episodios de diarrea, reducción de la actividad respiratoria, febrícula, entre otros síntomas… Se presentan en la mayoría de las ocasiones como:
Sensación como si tuvieras gripe o un virus.
Cansancio agudo.
Dolor de cabeza.
Falta de concentración.
Más molestia o dolor agudo en la zona del cuerpo que hayamos trabajado.
Mayor inflamación en las articulaciones y vientre, entre los más comunes.
Para comprender estos síntomas como una fase de recuperación, hemos de entender antes qué las originó. Les presento la fase de simpaticotonía o conflicto activo, que es el momento que vivimos, lo que comúnmente llamamos estrés, sabiendo que hay un estrés “bueno”, que es el que nos hace levantarnos por la mañana, caminar, comer y hacer nuestro día a día; y el disestrés o estrés “no tan bueno”, que es al que llevamos a nuestro cuerpo al límite saliéndose de la norma.
¿Cómo debemos entender o sobrellevar la vagotonía?
Nuestros biorritmos tienden a disminuir a partir de las 19 horas (dependiendo de la franja horaria), y alrededor de las 22 horas se desencadena normalmente el impulso máximo de la vagotonía. El nervio vago es el más poderoso nervio del organismo: no hay manera de vencer al sueño cada noche. Entonces tenemos menos actividad cerebral, cardíaca, respiratoria, etcétera. Es normalmente durante ésta que los síntomas se acentúan más porque es durante la fase de vagotonía cuando nuestro sistema inmune repara mejor y podrían originarse más edemas o lo que sería lo mismo, que para la fase de recuperación entramos en un proceso inflamatorio donde todos los mecanismos de auto-reparación y defensa actúan.
Lo ideal en este caso es estar atentos a los síntomas que muestra nuestro cuerpo y si están relacionados con éstos, echar una mirada atrás y valorar qué hemos estado viviendo ese día o días antes que haya podido saltar la alarma hacia un estado de estrés más elevado de lo natural, y por eso tu cuerpo manifiesta ese estado de cansancio más intenso, o algún síntoma que hemos mencionado antes.
Ahora ralentiza tu agenda, tus compromisos, ya sean personales o profesionales, en esos momentos no debes haber nada, ni nadie más importante que TÚ. Descansa el mayor tiempo posible, duerme, y si no te fuera posible, comprende que ir más lento es lo ideal, toma bastante líquidos (a ser posible sin azúcar) agua, zumos, licuados, batidos, sopas y aliméntate ligero y sano. Así, en los tres o siete días que suele durar, va a ser mucho más liviana y ligera, donde podrás restablecer tu energía y salir airoso. Lo más importante es no entrar en la alarma de creer que estás enfermo, ¡NO!, estás “vagotónico”, o como lo llamo bromeando “perrotónico”, porque estás que no puedes con tu cuerpo y no se debe a un estado alarmante, pero sí para tenerlo en cuenta.
Durante esta fase de reparación “me ocupo de mi cuerpo, lo atiendo y lo cuido”, esto es muy importante; espacios para la lectura, meditar, reflexionar, etc. Conviene irse a descansar con el corazón sereno es parte de las necesidades curativas. Evitar cualquier tipo de conflicto y confrontación, apartarse de las personas y situaciones que generen estrés.
“Debemos construir la habilidad de ser nosotros mismos y no hacer nada. Eso es lo que los teléfonos han hecho desaparecer. La capacidad de estar quietos. Es en lo que consiste ser una persona”.
Con esta cita del cómico Louis C.K., el científico y escritor Andrew J. Smart ilustra uno de los grandes problemas del ser humano en el siglo XXI: la necesidad autoimpuesta de estar permanentemente ocupados. El ocio es el enemigo, algo que nos detiene en la conquista de nuestros objetivos y que puede acabar con nuestro bienestar material. Sin embargo, el esfuerzo continuo no nos hace más felices, ni siquiera nos permite conseguir mejores resultados. Simplemente, acaba con nuestra creatividad, con nuestra felicidad y nuestra humanidad.
Hacer nada es también valido.
*Varias fuentes tomadas para este articulo.
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