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¡911! Sobre la teoría del ángel y terapias de emergencia.

Actualizado: 2 feb 2020


El artículo de esta semana es un aporte para saber qué hacer en situaciones límites de caos colectivo. Utilízalo como una guía que tal vez pueda resultarte de mucho valor.



El ángel


Es una persona que de forma voluntaria sirve de ayuda o actúa como salvador de otros en momentos de crisis o catástrofes. Muchas veces el ángel actúa desde el inconsciente, como por instinto.


El uso del número 911 nació en los Estados Unidos en 1968.


Emergencias 911 es un número de teléfono utilizado por países de todo el mundo como número de emergencia central. La primera llamada al 911 se realizó el 16 de febrero de 1968 en Haleyville, Alabama.


No se sabe exactamente por qué se eligió ese número. Algunas versiones indican que se utilizó una computadora para seleccionarla, otras simplemente porque era fácil marcar el número en teléfonos viejos o también porque el número 911 no se había usado previamente como cualquier código postal, área, teléfono o cualquier otro tipo. Hoy en día, es tan simple como marcar 911.


La psicología de urgencia y emergencia tienen unas trayectorias muy larga.


La primera conceptualización teórica del impacto traumático la realiza ya Freud en 1904, articulando el concepto de Neurosis de Guerra, y desarrollando la teoría del trauma más completa que existe.


El psicólogo es otro de los profesionales y especialistas de que intervienen en situaciones de emergencias, crisis y desastres. El papel o rol que cumplen los psicólogos dentro del equipo de emergencias, encargado de normalizar la vida en estos escenarios es fundamental, y por esto es necesaria su presencia.


En la actualidad, el papel del equipo de intervención psicosocial es casi por completo desconocido.

Los profesionales de este campo, definen la psicología de emergencias como:

“La rama de la psicología que abarca el estudio del comportamiento y el modo de reacción de los individuos, grupos o colectivos humanos en las diferentes fases de una situación de emergencias o desastres”, (Acevedo y Martínez, 2007).


El psicólogo especializado en esta rama, debe estar preparado psicológica y emocionalmente para hacer frente a todo tipo de situaciones. Algunos de estos profesionales, advierten que es una especialidad en que requiere como elemento imprescindible una gran vocación. Hay que ser realista y conscientes de que no todos los psicólogos estamos preparados para actuar y trabajar bajo tanta presión y en situaciones de especial vulnerabilidad.


En estas situaciones, el psicólogo tratará con personas con episodios traumáticos que pueden generar estados de ansiedad, ataques de pánico, pérdidas, duelos, incertidumbre, falta de consuelo… y su objetivo es adaptar e intentar minimizar las crisis emocionales y psicológicas, tanto a nivel individual como [sobre todo] a nivel del grupo afectado.


Esto implica que, además de esa vocación, citada anteriormente, el profesional ha de tener clara la gestión del tiempo y de los recursos. Hay que tener en cuenta que la actuación del psicólogo de emergencias es a tiempo real, con respuesta inmediata ante una situación nueva, inesperada, de crisis y con gran capacidad de generar incertidumbre. Cuando el profesional es solicitado para atender una emergencia, durante los primeros minutos no sabe a qué se enfrenta ni lo que va a encontrar al llegar a la zona de conflicto, puede que se presente ante un único afectado, pero puede que sea un gran grupo de personas los que han sufrido la crisis, por esto es imprescindible esa gestión de tiempos y recursos.


El principal rol del psicólogo es informar a las personas de lo que ha pasado, de sus estados vulnerables y examinar el impacto psicoemocional del desastre. Ha de fomentar un entorno de protección y asistencia, promoviendo un clima de absoluta confianza en la persona o grupo de personas, y regular las reacciones psicológicas negativas que se presenten en ellas.

En algunas ocasiones, los propios profesionales han de atender a sus compañeros, ya que puede aparecer en ellos algún tipo de reacción negativa o imprevista. Esto es más habitual de lo que se cree y demuestra que, por muy preparados que estén los profesionales, son personas, y nadie es inmune a sufrir una crisis.

Principales pautas que podemos dar para el manejo de situaciones estresantes


  • Establecer conciencia de la necesidad de contextos seguros.

  • Buscar compañía y hablar.

  • Compartir sentimientos y pensamientos con otros.

  • Participar en los ritos y manifestaciones de duelo según la cultura o la religión.

  • Escuchar y ayudar a compañeros.

  • Permitirse sentirse mal, deprimido o indiferente.

  • No evadir el dolor o sufrimiento con el uso de drogas o alcohol.

  • Realizar ejercicios físicos suaves, alternados con relajación.

  • Estructurar el tiempo y mantenerse ocupado.

  • Planificar actividades placenteras distractoras según sus gustos (cine, paseo con amigos, etc.).

  • Tratar de mantener un itinerario de vida lo más normal posible.

  • Hacer cosas que le permitan sentirse bien, útil y solidario.

  • Tomar pequeñas decisiones cotidianas. Nunca cambios drásticos.

  • Descansar lo suficiente.

  • Intentar, dentro de lo posible, comer bien y regularmente.

  • Saber que los sueños y pensamientos recurrentes acerca del evento traumático son normales y deben ser compartidos (con quien te pueda entender y escuchar sin juzgar).

Para los familiares y amigos de los afectados:


  • Escucharlos detenidamente y acompañarlos.

  • No culpabilizarles por ningún motivo: “te lo advertí…, Si hubieras…, Lástima que... etc.”

  • Promover ayuda y solidaridad, así como fortalecer vínculos entre familiares y amigos.

  • Proveer información suficiente.

  • Estimularlos a participar en las tareas de la vida cotidiana.

  • Comprender y aceptar el enfado y otros sentimientos de los afectados.

  • No decirles que tienen “suerte de que no les fue peor”.

  • Las personas traumatizadas no encuentran consuelo en esas frases. En cambio, se puede expresar que lamenta lo sucedido y que lo entiende.

  • Enfatizar en el retorno a la “normalidad” lo más pronto posible, evitando la re-victimización y favoreciendo un ambiente propicio.



  • *Varias fuentes tomadas para este articulo.

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