La mentira es una expresión o manifestación que es contraria o inexacta a aquello que se sabe, se cree o se piensa. La palabra, como tal, deriva de mentir, que a su vez proviene del latín mentīri.
Porque mentir en consulta?
Nuestra motivación para realizar una conducta siempre es la misma: alejarnos del dolor y/o acercarnos al placer. La mentira puede responder a ambas motivaciones, ya que siempre va a ir enfocada bien a proyectar y proteger una imagen deseable de nosotros mismos hacia los demás y hacia uno mismo o bien a proteger nuestros intereses.
En perfiles muy concretos podemos encontrar el acto de mentir como algo compulsivo, pero en esos casos la mentira tendrá una función distinta y estará enmarcada dentro de una patología concreta.
En cuanto a lo que nos compete dentro del ámbito de la psicología, la mentira y su afrontamiento en
Terapia son fundamentales, ya que el encubrimiento, la exageración, el filtrado y el falseo de la
Información suministrada o la negación de problemas son fenómenos que tienen como consecuencia el impedir realizar una correcta evaluación y un posterior planteamiento de tratamiento.
Cuando los pacientes mienten en terapia, en la mayoría de ocasiones lo que habrá detrás será un “tengo miedo a ser juzgado, por lo tanto miento para protegerme”. Esta mentira se puede dar en cualquier momento de la terapia, tanto al inicio, como durante el tratamiento o al final.
Las cosas sobre las que miente pueden ser diferentes en función del momento, por ejemplo, las mentiras durante la entrevista pueden estar relacionadas con dar una imagen más positiva de uno mismo y de lo que ha hecho o sentido (“Aquello no me afectó tanto”, “reaccioné de X manera, que es ejemplar”), mientras que las mentiras durante el tratamiento pueden estar más orientadas hacia la efectividad de la terapia, como mentir sobre si han practicado a lo largo de la semana o sobre su nivel de activación durante una sesión de exposición.
Nos vamos a encontrar con que hay aspectos de la personalidad del paciente que miente en consulta que se corresponden con esta misma tendencia, por ejemplo, se ha visto que aquellas personas que muestran una imagen positiva de sí mismas, no intentan exagerar sus problemas psicológicos, mientras que aquellas que tienen una autoimagen negativa tienen tendencia a exagerar sus rasgos patológicos.
También nos podemos encontrar con que la relación terapeuta-paciente no está tan consolidada como para transmitir la confianza suficiente para que el paciente cuente cosas que sean muy privadas. En esos casos habrá que trabajar la confianza poco a poco.
Como terapeuta es importantísimo conocer la información del cuerpo ya que el cuerpo nunca miente, los gestos, las palabras y tener la habilidad de saber hacer preguntas. A veces hasta las palabras están de demás y solo nos bastaría mover la información que habita en el campo y con esto poder concluir una sesión de terapia más honesta y saludable posible.
La magnitud de la verdad es inmensa.
www.yubiavalette
*Varias fuentes tomadas para este articulo.