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Injusticia. Sobre cómo el cuerpo y las emociones somatizan la injusticia. ¡Dedicado a mi Pais!

Actualizado: 25 feb 2020



"La filosofía ha aportado ilustres teorías de la justicia, a fuerza de pensar cuáles serían las condiciones de una sociedad justa, y los vínculos que aquella guarda con otros ideales, tales como la igualdad, la libertad, el bien común y la democracia.


Es importante reconocer que estas teorías modelo de la justicia han cumplido un papel fundamental no solamente como construcciones teóricas valiosas en sí mismas, sino como fuentes de inspiración en el diseño de instituciones".


En contraste, no contamos con teorías sobre la injusticia, y tal vez no sean necesarias mientras a esta se le considere la negación de la justicia. Sin embargo, concebirla en términos puramente negativos impide vislumbrar todas sus variantes y facetas, ocultando así su complejidad. A pesar de esto, el tema no ha pasado de largo. Aristóteles se ocupó de la injusticia en la Ética a Nicómaco (2009, Libro V, pp. 1-11), dentro de su teoría de la virtud. Para el estagirita, la injusticia es un vicio consistente en la ambición de poseer más allá de lo que a uno le corresponde y a expensas de los demás. Se podría decir que para Rousseau, el fin de la plácida vida del buen salvaje se produce por un acto de injusticia consistente en la apropiación unipersonal y arbitraria de un pedazo de tierra, de donde nace una sociedad en la cual habrán de profundizarse las desigualdades, siempre en beneficio de los poderosos. Y la idea marxista de la explotación del hombre por el hombre devela una forma de injusticia que toma cuerpo en el ámbito del trabajo asalariado, la des-posesión de los bienes de subsistencia y la explotación.



INJUSTICIA TRANSGENERACIONAL


No todo lo que nos sucede en la vida parece justo. Algunas veces un robo, un amor no correspondido, una falta de reconocimiento de nuestros méritos o nuestra dedicación, o alguna cosa por la cual nos sentimos perjudicados, se transforma en un veneno que nos corroe desde el interior, y esto termina estando estrictamente relacionado con el origen de enfermedades gravísimas, como el cáncer.

Existen muchos ámbitos en los cuales podemos sentir que se nos ha tratado injustamente. Puede ser una injusticia dentro de la familia, una injusticia de nuestra pareja, una injusticia en el país en el cual vivimos, una violación o agresión sexual, etc. Y todo esto se transforma en resentimientos que no solo nos atormentan, sino que también minan nuestra salud provocando toda clase de dolencias que pueden llegar hasta la muerte.

Algunas veces incluso podemos sentir que quien ha sido injusto con nosotros es el destino o la vida, y podemos pensar que somos víctimas de una desigualdad en la salud, en la belleza, en la fortaleza, o porque nos ha hecho minusválidos en algún sentido, como ser personas enfermizas, el no tener hermanos, el tener demasiados hermanos y por eso haber carecido del afecto de nuestros padres, el ser huérfano, ser enfermizos, sufrir de muertes jóvenes en la familia, tener problemas económicos constantes, etc.

Este sentimiento de la injusticia del destino se puede encontrar frecuentemente en los sobrevivientes de una guerra, un campo de concentración, un naufragio o un accidente, que se sienten culpables de haber sido los únicos sobrevivientes mientras tantos han muerto. Inclusive existe también el sentimiento de injusticia por salud que sienten quienes han sido criados en un ambiente enfermizo. “Es injusto que yo sea tan sano y todos ellos tan enfermos”. Este caso se muestra patente en la obra de la nieta de Charles Darwin quien comentaba el amor y el placer que sentían los miembros de su familia porque el abuelo siempre estaba enfermo. “Era tan agradable ser cuidada por mi abuela” recuerda ella. Y en realidad no son pocas las personas que de niño solo recibían afecto y atención cuando se enfermaban.

Y también existe el espanto transgeneracional, donde algunos descendientes se sienten algunas veces helados de espanto, tienen pesadillas, sensación de angustia y constricción en la garganta en ciertos períodos del aniversario de graves situaciones vividas por los ancestros, aún cuando quien padece de estos síntomas nunca haya sabido lo que sus antepasados han vivido. Y este sentimiento de injusticia lleva incluso a veces a formas de agresividad pasiva, donde las personas se hacen las víctimas y de esta forma toman el control de su familia como por ejemplo la madre que le dice a su hijo “vayan al cine y diviértanse que a mi no me importa quedarme sola y abandonada mientras ustedes lo pasan bien”.



El conocer el origen de esos sentimientos de injusticia experimentado por nosotros o nuestros ancestros, es lo único que puede limpiar nuestras vidas.


Pensar que tenemos más cosas materiales que otros puede abrir la herida al igual que el polo opuesto, pensar que no hemos recibido lo suficiente. Esta herida se despierta con la individualidad del niño, entre los tres y los cinco años.


Cuando comienza a ser consciente de las diferencias. Generalmente la herida de la injusticia se despierta cuando el niño cree que le tratan con frialdad, con excesivo autoritarismo, o de manera muy crítica, con severidad e intolerancia ante sus errores.


Si el niño no digiere bien esta situación, crea una máscara de rigidez para protegerse del dolor que le genera ese comportamiento de sus padres. Corta con sus sentimientos, pero por el contrario de lo que cree, corta su conexión emocional pero sigue sintiendo, de hecho las personas que sufren esta herida son muy sensibles pero desarrollan la capacidad de no demostrarlo hacia el exterior. Se engañan a sí mismos con la máscara de la rigidez que les hace parecer fríos e insensibles.


Las consecuencias directas en la conducta de quien lo padece será la rigidez, pues estas personas intentan ser muy importantes y adquirir un gran poder. Además, es probable que se haya creado un fanatismo por el orden y el perfeccionismo, así como la incapacidad para tomar decisiones con seguridad.



¿Cómo reconocer si tengo la herida de la injusticia?


Físico:

  • Cuerpo recto y bien proporcionado aunque tenga sobrepeso.

  • Hombros derechos en los hombres y mujeres con curvas.

  • Se cuidan mucho porque odian engordar.

  • Poca flexibilidad.

  • Piel clara que enrojece con facilidad.


Gestos:

  • Cruzarse de brazos.

  • Vestirse de negro.

  • Movimientos rígidos pero dinámicos.

  • Mirada viva.

  • Ordenado hasta la obsesión.


Actitud:

  • Perfeccionista.

  • Cree que se le aprecia por lo que hace y no por lo que es.

  • Es muy independiente.

  • Evita los problemas pero es resolutivo.

  • No pide ayuda.

  • Aparenta ser imperturbable.

  • Si recibe algo sin esforzarse, se apaña para perderlo.

  • Le cuesta perdonar.

  • No se permiten divertirse ni descansar, se sienten obligados a estar haciendo algo.

  • Le cuesta dejarse amar y mostrar amor pero no lo reconoce, cree que es cálido y afectuoso.

  • Les cuesta comprometerse por miedo a equivocarse tienen, pavor a romper un compromiso.


Enfermedades:

  • Rara vez se enferman.

  • Problemas de piel.

  • Rigidez articulaciones.

  • Problemas circulatorios o de varices.

  • Alteraciones hepáticas.


Surgimiento de la herida:

  • Entre los cuatro y los seis años de edad.

  • Debe ser la estrella y perfecto.

  • Bloqueo de individualidad.


Máscara:

  • Rígido.


Progenitor:

  • Del mismo sexo.


Cuerpo:

  • Erguido, rígido y lo más perfecto posible.

  • Bien proporcionado.

  • Movimientos rígidos.

  • Piel clara.

  • Mandíbula firme.

  • Cuello tieso.

  • Erguido, con orgullo.

Ojos:

  • Mirada brillante y viva.

  • Ojos claros.


Vocabulario:

  • “no hay problema”, “no pasa nada”, “siempre”, “nunca”, “muy bueno”, “muy bien”, “muy especial”, “justamente”, “exactamente”, “¿estás de acuerdo?”.


Carácter:

  • Perfeccionista.

  • Envidioso.

  • Se desvincula de sus sentimientos.

  • Cruza los brazos.

  • Actúa para destacar y ser perfecto.

  • Demasiado optimista.

  • Vivaz, dinámico.

  • Se justifica.

  • Dificultad para pedir ayuda.

  • Puede reír para ocultar su sensibilidad.

  • Tono de voz seco y tenso.

  • No admite tener problemas.

  • Dudas.

  • Se compara con el mejor y el peor.

  • Dificultad para recibir.

  • Considera injusto recibir menos y más injusto aún recibir más que los otros.

  • Dificultad para sentir placer sin sentirse culpable.

  • No respeta sus límites y se exige mucho.

  • Se controla.

  • Le gusta el orden.

  • Rara vez se enferma, es duro con su cuerpo.

  • Explosivo.

  • Frío.

  • Le es difícil mostrar su afecto.

  • Apariencia sensual.


Mayor temor:

  • La frialdad.


Alimentación:

  • Prefiere los alimentos salados.

  • Le gusta lo crujiente.

  • Se controla para no engordar.

  • Se justifica cuando pierde el control.


Enfermedades posibles:

  • Agotamiento, anorgasmia (mujeres), eyaculación precoz o impotencia (hombres).

  • Enfermedades que terminan en “itis”: tendiditis, bursitis, artritis.

  • Tortícolis, estreñimiento, hemorroides, calambres, circulación, hígado, problemas de piel, nerviosismo, vista deficiente.



¿Y que hago si tengo la herida de la injusticia?


Una persona con la máscara de la rigidez hace las cosas porque cree que debe ser así, sin cuestionarse si aquello corresponde a sus necesidades y cuando las cosas no salen como quiere, carece de la flexibilidad necesaria para re-orientar su camino.


Comienza por reconocer que eres injusto con los demás pero sobre todo contigo mismo, que si tal vez no te gustó cómo se comportaron tus padres, tú estás reproduciendo contigo mismo esa actitud y con los demás. Coge un papel y al final de día escribe el nombre de aquellas personas con las que has sido injusto para tomar conciencia del problema.


Cómprate algo bonito sin necesitarlo, para ayudarte a sentir que te permites cosas sin sentirte culpable, solo porque las deseas y no porque te las mereces.


Estarás en vías de sanación cuando te permitas cometer errores, aceptes las críticas sin sentir cólera, muestres tu sensibilidad y puedas llorar frente a otros sin perder el control o temer el qué dirán.


Requiere trabajar la desconfianza y la rigidez mental, generando la mayor flexibilidad posible y permitiéndose confiar en los demás.


*Varias fuentes consultadas para este articulo.





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