top of page

Navidad o Jánuca. Sobre lo que realmente pasa en nuestra salud mental en estos días.

Actualizado: 2 feb 2020





Michael Berg nos dice:

Kabbalísticamente, el propósito de una festividad no es meramente conmemorar sucesos históricos o continuar una tradición. Es un momento en el que un canal espiritual en particular se pone a nuestra disposición para que podamos conectarnos con la Luz del Creador.

Estos canales son regalos que los gigantes espirituales de otras generaciones nos han otorgado. Por medio de sus acciones positivas, crearon viaductos espirituales que reaparecen cada año en el mismo periodo de tiempo y a través de los cuales la Luz de los Mundos Superiores entra en nuestro mundo físico.


Los Israelitas que vivieron durante la época del Jánuca original estuvieron dispuestos a ir más allá de sus límites para combatir los poderes de la negatividad, y así permitir la revelación de la Luz del Creador. Su dedicación desinteresada reveló la Luz de los milagros, lo cual hizo que el canal para los milagros estuviera a nuestra disposición para que nos pudiéramos conectar con él durante la festividad de Jánuca.


Es importante que nos demos cuenta de que todos necesitamos milagros todo el tiempo. Si emprendemos la tarea de desarrollarnos espiritualmente, de transformar nuestra naturaleza, necesitamos la ayuda del Creador, que se nos otorga en esta época a través del poder de los milagros.


Uno de los principios básicos de la Kabbalah es que la cantidad de Luz que cualquier acción espiritual revela depende de nuestro entendimiento de su poder. Por lo tanto, a medida que prendemos las velas cada noche de Jánuca, es importante que pensemos en la gran Luz que estamos revelando. Este entendimiento, junto con el encendido físico de las velas, es lo que atrae hacia nosotros la Luz de los milagros.


Una vez que entendemos el poder y la oportunidad de Jánuca, empezamos a apreciar el gran regalo que tenemos a nuestra disposición durante esta hermosa época del año.



Sobre la navidad

Según Unity:


Actualmente hay dos historias de la Navidad, (sin contar los complementos populares como “El tamborilero”, San Nicolás y los duendes). Mateo y Lucas difieren en forma significativa en sus versiones del nacimiento de Jesús. Mateo investiga la descendencia desde el tiempo de Abraham para establecer el linaje de Jesús como Mesías Judío. Lucas llega hasta el tiempo de Adán, para hacer énfasis en la importancia universal del mensaje se su vida. Mateo nos dice que el nacimiento se llevó a cabo en Belén porque María y José allí vivían. Él los pone huyendo de Belén a Egipto para escapar de Herodes, y relata que después regresaron para vivir en Nazaret. Lucas nos dice que ellos vivieron en Nazaret, fueron a Belén para cumplir con el censo (aunque no hay récord romano de un censo ese año) y que tuvieron que quedarse en un establo. Lucas menciona a los pastores. Mateo menciona a los Reyes Magos.

El punto es que ningún autor describió con precisión el suceso. Ambos, cada uno a su manera, relatan los hechos pensando en sus seguidores y partiendo de una “verdad espiritual”. Un acontecimiento cuya importancia quizás nunca pueda ser expresada o comprendida sencillamente redactando los hechos humanos. Todos intuitivamente sabemos que la historia es relatada en un nivel más profundo. 


El relato    Ahora, ¿cuál es el mensaje metafísico del relato? Algunos dicen que la historia es el nacimiento de Jesucristo, mas yo no creo que eso sea posible. Cristo es la Luz y el Amor de Dios, presentes en cada uno de nosotros. Es nuestra verdadera identidad espiritual, el poder creativo de Dios buscando expresarse a través de nosotros.  Es, por lo tanto, tan eterno como lo es Dios —por ende, no puede nacer.


Sin embargo, lo que sí puede nacer es la conciencia de nuestra verdadera naturaleza. Lo que puede nacer y renacer durante cada Navidad es nuestra entrega personal. Permitiendo que más del Cristo en nosotros se exprese por medio de nosotros. Podemos creer —o no— que María fue una virgen. Metafísicamente, es cierto que el nacimiento de la conciencia de Cristo es siempre un nacimiento virginal. Su origen no está en el mundo tangible que nos rodea. Nuestra disposición es acogida e implantada mediante la conciencia divina.


El Cristo en ti Así pues, metafísicamente lo que celebramos cada Navidad no es el nacimiento de Jesús de Nazaret o el nacimiento de Cristo, sino el nacimiento de nuestra conciencia en Cristo.  Lo que Jesús nos brinda es una chispa de luz nueva —esa luz que brilla disipando la oscuridad de la confusión humana y que ilumina la Verdad espiritual acerca de nuestra verdadera identidad. Y no solo pasa una vez., cada Navidad es un renacer —una nueva oportunidad para que cada uno de nosotros dé nacimiento a más luz, para que se comprometa a nutrir ésa luz confiando en ella, creyendo en Su presencia en nosotros. Que con cada decisión que tomemos, enviemos luz a otros; de manera que ellos reflejen y expresen más de sí mismos. Juntos afiancemos esta nueva conciencia, con la cual cada uno de nosotros está dotado milagrosamente —esa conciencia que Jesús describe como “el reino del cielo”.   



Pero qué pasa realmente durante estos días a nivel mental


En las últimas semanas hemos podido leer en la prensa sobre la relación entre las fiestas de Navidad, fin de año y la depresión, la ansiedad y el estrés.


En los artículos hemos visto repetidamente que en estas fechas se hacen más graves las preocupaciones, y aún más en esta época de crisis económica en la que estamos viviendo. También puede ser una época en la que se echa de menos más a los seres queridos que ya

no están con nosotros.


Son unas semanas en que parece que la máxima sea ser feliz, relacionarse con los demás, hacer regalos, etc. Hay personas que no llevan nada bien todos estos rituales y pueden experimentar emociones negativas.


¿Y qué hay de las personas que ya estaban deprimidas y/o ansiosas antes de comenzar estas semanas festivas? ¿O quien ya sufría estrés? Normalmente la lógica nos dice que estos estados empeoran, en parte por lo que decíamos antes: si te encuentras deprimido, por ejemplo, y te encuentras con la presión social que tienes que estar feliz no parece que vaya a ser tarea fácil.


Además, la mayoría de los artículos que hemos encontrado que hablaban sobre el suicidio dicen que durante la época de Navidad y fin de año, los suicidios aumentan. La excepción ha sido un artículo del ABC digital del día 25 de diciembre que dice que el «suicidio durante la Navidad disminuye, pero durante las semanas siguientes aumentan los ingresos psiquiátricos«.


Otro tema que hemos encontrado interesante es el hecho de que las mujeres trabajadoras se sienten desbordadas porque todavía hoy mayoritariamente son ellas las que tienen que hacerse cargo de comprar la comida, cocinar, recibir a los invitados, etc. No es difícil imaginar que con estas responsabilidades pueda aparecer también la depresión, la ansiedad y/o el estrés.


Usualmente pasan mal por esa época son las personas que sufren algún tipo de Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA). Se trata de trastornos psicológicos en los que la comida juega un papel muy importante: se restringe la comida o bien se vomita o bien hay una gran ingesta de comida. Hablamos de la anorexia, la bulimia, el trastorno por «atracón». Imaginemos por un segundo una persona que siempre esta luchando contra la comida, de un modo u otro, como vive unas fiestas donde los grandes protagonistas son precisamente la comida y los dulces. Es una época donde se desarrollan o se hacen más graves estos trastornos.


Nos vemos arrastrados por la presión social a celebrar la «feliz» Navidad con los compañeros de trabajo, con la familia y gente más cercana, con cenas interminables, con regalos que no tienen significado y en cambio nos cuestan un dinero que podríamos gastar en cosas más útiles, etc.

No fue hasta 2011 cuando los hermanos Sansone publicaron un artículo en el que revisaban los estudios publicados desde 1980 que exploraban el efecto de la Navidad en la salud mental. Uno de los motivos fue, en palabras de los propios autores, la incesante cantidad de información que los medios publican en estas fechas con recomendaciones y consejos relacionados con la Navidad sin, en muchos casos, hacer referencia a estudios científicos que los respalden. Tras esta revisión, los Sansone llegaron a dos conclusiones principales.


La primera, que los resultados hallados por Hillard y Buckman se seguían repitiendo, es decir, que los días justo anteriores y durante Navidad se reducen las atenciones en emergencias psiquiátricas, las conductas autolesivas, los intentos de suicidio y los suicidios consumados (en algunos casos hasta un 25% menos) aunque experimentan una importante subida después de vacaciones.



Recomendaciones para estas fechas:

La primera clave, basándonos en los resultados de los estudios, puede consistir en alterar lo menos posible nuestros hábitos en Navidad. Hacer algo de deporte, evitar comidas excesivamente copiosas, planificar el gasto y limitar la ingesta de alcohol pueden prevenir sentimientos de culpabilidad y de tristeza posteriores.


La segunda, por supuesto, debe ser generar unas expectativas lo más realistas posibles de las fiestas, entendiendo éstas como un momento de felicidad y de festejo pero también seguramente de situaciones negativas que deben ser asumidas. Solo de esta manera evitaremos decepciones y esperanzas no cubiertas, los dos factores que definen el efecto "promesa rota".


¿Pero lo más importante? Disfrutar de los momentos positivos que traen estas fechas ya que está más que demostrado el efecto protector que tienen las experiencias emocionales con carga positiva a la hora de prevenir problemas emocionales como la depresión.


*Varias fuentes tomadas para este articulo.




115 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page